lunes, 7 de febrero de 2011

CAPITULO 1 - Cieza 2.010


Marcos corría desesperadamente hacia la Esquina del Convento por el medio del Paseo. Miraba hacia atrás de reojo, y aunque no conseguía ver a su perseguidor, sabía que este se acercaba peligrosamente. Avanzaba en un torbellino de emociones y el sudor sanguinolento, típico de los vampiros, le corría por doquier. Corría sin parar, chocando en algunos bancos, tropezando con los adoquines hasta caer en varias ocasiones. El paseo estaba adornado de pinturas abstractas rindiendo homenaje a pintores y poetas, escritores y artistas en general. Al llegar a la altura del mural dedicado a Picasso, Marcos cayó y quedó su cabeza a la altura de un escrito que rezaba; ¿”Cuándo amanecerá”?
Consiguió levantarse a toda velocidad y avanzó.
Estaba ya en la plaza, justo al lado del antiguo juzgado, casi alcanzando la puerta de la iglesia cuando algo le golpeó violentamente y este cayó al suelo. Sin pararse a mirar, Marcos se levanto lo más rápido que pudo y continuó su huída. Llegó a las puertas y estiró las manos para alcanzar la cancela cuando de repente, e igual que antes, notó otro golpe fuerte en el pecho y del impacto atravesó las puertas, y se dio de bruces contra el suelo sagrado de la iglesia. Esta vez miró a su alrededor. No había nadie. Sentía el olor a cirios ardiendo, y un extraño perfume característico de los lugares sacrosantos. Por un momento su mente voló hacia su infancia, cuando del brazo de su madre solía ir a los oficios. Cuando la inocencia del infante estaba presente en el, en aquellos maravillosos años sin preocupaciones. Recordaba también el olor de la calle cuando las gentes se congregaban en Semana Santa, y todo era alegría y jolgorio. El olor del primer amor adolescente, cuando quedó perdidamente enamorado de aquella chica de piel clara y tersa. De sus ojos color miel y su hermosa y larga melena azabache. El olor del primer beso y del deseo, y de aquel primer contacto carnal del sexo. El olor del sudor, de dos cuerpos abrazados y respirando al unísono entregados por la pasión. El olor agrio del abandono, de la primera traición. El olor sutil de la muerte de su madre, de la pérdida y de la soledad. El olor del silencio y de la entrega completa a la desesperación. Del primer encontronazo con el vampiro, aquel olor dulce del ofrecimiento de la inmortalidad y de la total entrega a aquel ser. Aquel demonio con vestigios de ángel etéreo. Aquel hermoso monstruo que se alimentó de el y luego le entrego esa vida, esa existencia. Aquel ser, precisamente, el mismo que le perseguía en aquel momento.
Marcos despertó de su ensoñación. Silencio.
A su alrededor no había nadie; caminó un poco hacia el altar y sus pasos resonaron como cañonazos en una batalla por toda la iglesia. Miedo.
No se sentía así desde hacía mucho tiempo, y notaba como su cuerpo le temblaba. Miraba a los rincones oscuros en busca de alguna sombra, de algún movimiento extraño o exagerado; invisible para el ojo humano pero no para un vampiro. Nada. Silencio sepulcral.
Se levantó ayudándose de la mano, apoyándose en uno de los pilares y miró las velas que tenía a un extremo de la iglesia. Decidió ir al frente, hacia el altar, para ver mas de cerca aquellas imágenes de los santos, y para tener un mejor lugar para el próximo ataque de aquel ser.
El sitio era frío y húmedo; penetraba la carne abriéndose camino hasta los huesos, y Marcos lo sentía como nunca había notado el frío. Aquel frío tan parecido a cuando se convirtió en un vampiro.
El que notó cuando su cuerpo se quedó casi por completo sin sangre, y luego, aquel sentimiento cálido al beber el primer trago del elixir inmortal, que se deslizó como un torrente abrasador por su garganta. Como fuego líquido.
Por un momento su cuerpo se estremeció, pero enseguida quitó ese pensamiento de su cabeza y se puso de nuevo en guardia.
Aquel ser estaba cerca.
Marcos en realidad amaba de alguna manera a ese monstruo porque, al fin y al cabo, era ese ser quien lo creó, quien le dio el don de la inmortalidad. Fue de él de quién bebió, y del que aprendió a ser lo que era. Cosas como que nada podría matarlo salvo la luz del sol, o el fuego, que lo convertiría en cenizas en un instante. Y el material. Aquel material muy parecido al acero, creado por seres antiquísimos por medio de alquimia, capaz de matar a los vampiros con solo tocarles. Aquel material era a los vampiros, como la plata para los hombres lobo, solo que los hombres lobo no existían.
El kélodon. Así era como se llamaba aquel material.
Antiguamente, los que mas lo utilizaban era los caza vampiros, pero ahora, en esta época maravillosa de incredulidad, todas esas cosas pasaron a ser leyendas.
Pero Marcos amaba a aquel ser.
Era su padre a todos los efectos, y sabía que tarde o temprano, el mismo que le dio la vida, vendría a arrebatársela.

Las vidrieras de la iglesia daban una cierta luz fantasmagórica al lugar.
Ruido y furia.
Unas de las vidrieras estalló en mil pedazos, cayendo al suelo, frágil como las primeras nieves en una cordillera, relucientes como pequeñas luces de neón. Y aquel ser estaba frente a Marcos.
Sonreía.
-¿Hacia tiempo verdad?
Marcos miró los penetrantes ojos de su hacedor. Agachó la cabeza en señal de saludo y luego, con valor, le devolvió aquella risa.
-Apenas he pensado en ti. Me abandonaste a mi suerte. ¿Es un crimen que el aprendiz se convierta en maestro y se alce en contra de su padre?
Silencio.
El ser miró a Marcos satisfecho de su obra. Dio unos pasos al frente y se situó cerca de su joven vampiro. Suspiró.
-Me has traicionado, y me temo que tengo que acabar con tu existencia. Pero eso ya lo sabes. Antes, sin embargo, me gustaría que me dijeses el paradero de André.
Marcos sonrió.
-No tienes ni idea, ¿verdad?
Me parece tan gracioso que vengas con tanta prepotencia, amenazando mi vida, y que encima esperes que te revele donde encontrar al elegido. Y se que dudas en este instante. Que mi oposición a ti te resulte tan perfectamente fatídica y maravillosa a la vez. Hace que te plantees ciertas dudas porque, tu crees realmente que has ganado, que has llegado al final del trayecto. Pero nunca lo has entendido. ¿No es cierto? ¿Verdad que no sabes que hacer a continuación?
Tu que traicionaste a todos, que intentabas resaltar sobre todos…
Sin embargo André ni se esforzó, y siempre fue mejor que tu. Todos le admiraban, y se inclinaban ante el. Tu eras solo un soldado, un bufón. Causabas mas hilaridad que temor, como ahora.
Podrás matarme, sin duda, puesto que eres más antiguo. Pero ten presente una cosa. Nunca conseguirás lo que buscas.

El ser escuchó atento el sermón de Marcos. “Está bien”, se dijo así mismo. Se acercó a su obra, desenvainó su espada y la clavó en el hombro de Marcos. Los gritos resonaron en la noche silenciosa.
- Me dirás lo que quiero saber, y me importa bien poco lo que puedas pensar. Tu creación, en un principio, tenía otros motivos y al final, de una manera que no llego a comprender, me has servido igual. Aún sin quererlo Marcos, me has servido bien.

A Marcos el dolor le abrasaba el cuerpo. La espada estaba fabricada con el material. Con Kélodon.
Las lágrimas sanguinolentas le corrían por el cuerpo y miraba a su creador con rabia. Con furia.

- Ahora Marcos, me dirás lo que quiero saber. ¿Verdad?

Marcos intentó zafarse sin conseguirlo. Luchó un poco pero era inútil. Su cuerpo estaba al rojo vivo, como el fuego. Finalmente bajó la cabeza, y con un susurro apenas audible dijo:

- Como querais.

3 comentarios:

Levantate y Anda dijo...

A lo mejor me estoy adelantando a ciertos hechos y sería de tirar campanas al vuelo.Veo en este tu escrito unas chispas que están tomando forma,bien basadas en las luchas interiores o en imaginaciones posteriores y tiene ese puntillo a modo sobrenatural con el que a todo lector que se precie y sea un aficionado a las temáticas del misterio,sabrá valorar este tu comienzo.Saludos cordiales

Pisciana dijo...

Me encanta este primer capitulo de "LAS NOCHES DE CIEZA", estoy deseando poder leer el próximo. Te doy mi enhorabuena, eres un maquina! besos

Piruja dijo...

Hola Gualber aunque he tardado un poco en venir aqui estoy dandote las gracias por tu invitacion, me ha gustado mucho el capitulo y lo encuentro muy interesante, pero nos dejas con la intriga de ver que le pasa a Marcos, espero que lo cuentes pronto en el proximo capitulo, un saludo.